miércoles, 7 de julio de 2010

De los 12

Y fuerte como la montaña me  yergo

Sí, hablarás, y contarás con esa pacífica tristeza y grandiosa fuerza los tristes lamentos de tus hermanos, a los que sostienes con tus finitas manos a esta vida. Hoy en mi arrepentimiento miro hacia el suelo, buscando lo que el cielo no me dio, una esperanza. Me encuentro dichoso contigo, sabio, pues sabes esperar en tus piernas el tiempo de que aquellos pasen donde tus caminos se hayan, donde tus parajes los esperan.


Eres duro, como aquel que raspa y hiere mis pies al encontrarlo o como aquel por el cual la sangre tiñe el suelo. Pero eres suave en ciertos días, cuando tirado siento como acaricias mi rostro tomando a mi amigo sobre tus hombros llenos de amor, cuando cambias das tanta vida y los sabios te llaman, sabiendo que de ti la vida nace y crece esplendorosa como solo ella puede ser.


Pero no. Y cuando te has cansado de ser golpeado, insultado inclusive robado por aquél que proteges, que ni el más bravo de los seres puede apaciguarte o pre decirte, y ruges como cientos de miles de estampidas, derribando y destrozando a lo cual con tus poderosas manos diste forma. En esta vista tan lejana te alcanzo a tocar sintiendo con pena y amor como viven de ti .   Xes Esûl

-Del libro Hesheim, Galath-

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